Huyamos del “modernity is speed”, no queda otra alternativa si queremos cuidar nuestra capacidad de pensar, reflexionar, crear, y por tanto filosofar.
Ningún gran pensador que se precie, o sea apreciado, ha caído en la trampa del desgaste de la modernidad, y nosotros, los pequeños filósofos a tiempo parcial, los que luchamos por mantenernos a flote con un extra de esfuerzo para aguardar pequeños ratitos en los que adoramos líneas de sabiduría que intentamos diferir a golpe de maneta, vemos mermadas nuestras capacidades y nuestras valiosas burbujas filosóficas generación tras generación, primavera tras primavera, a golpe de euro, de mando, de teléfono, de volante, de armario, de beat, de comprimido, de anuncio, de robo, de pantalla y de una almohada, consecuentemente, cada vez más ansiada.
Los que vivimos con la certeza de que la filosofía es adictiva, podemos notar cuando estamos bajando el consumo, podemos sentirlo, y en consecuencia podemos realizar un análisis de nuestro estado de ánimo, podemos filosofar sobre la falta de filosofía, y esto puede llevarnos, por ejemplo, a la pregunta ¿Cuándo se filosofa?
Como muchas veces se hace en textos relacionados con filosofía pasaré de puntillas sobre la definición de filosofar, e incluso de filosofía, para no despertar el ego de los guardianes de la torre de marfil, ya que el texto se haría demasiado largo y farragoso, haciendo que se pierda el interés del lector, tal como a algunos les parece que les gusta. Solamente matizaré que para mí filosofar no es estudiar filosofía, leer filosofía, o debatir sobre definiciones, es llevar la filosofía a la práctica mediante el dialogo, la reflexión, la utilidad y lo cierto. Proseguimos.
Filosofar intencionadamente
Puede darse de forma colectiva e individual.
Efectivamente hoy en día podemos encontrar multitud de actividades en las que grupos de gente se reúnen para filosofar, gracias a la labor de promotores y animadores filosóficos. Si uno cuenta con la suerte de poder participar en dichas actividades puede filosofar de forma colectiva, y de forma introspectivamente de forma indirecta, regularmente.
Uno también puede filosofarse intencionadamente, por un lado puede contar con la figura de un asesor filosófico, o proponerse reflexionar sobre sus creencias y pensamientos. Para realizar una sesión filosófica individual de forma profunda hay que contar con ayuda e información de dicho método, pues uno solo si no tiene costumbre puede caer en reflexiones superficiales, falaces o improductivas con mucha facilidad.
Filosofar por inspiración
Puede darse por estimulación o de forma súbita.
Las condiciones en las que una mente tiene la capacidad de echar a volar con un pequeño empujón son personales y únicas, pero cuando uno suele estimular su pensamiento filosófico con lecturas de dicha temática, es cuestión de tiempo que en algunas de esas veces se encuentre moviendo los ojos sobre el papel y con la mente inmersa en sus propias ideas, desde hace más o menos rato. Hay quien puede ver un problema de atención o concentración en esto, pero no debería serlo cuando leemos para disfrutar y para aprender, pues lo que nos inspira es lo que conecta con nosotros, y su fruto son reflexiones propias, que son las que mejor se adaptan a nuestra personalidad y circunstancia, haciéndolas las más valiosas.
Si poco he podido decir sobre la forma en la que nuestra mente se estimula en un contexto, menos puedo decir cuando nuestra mente se estimula sin más. Realmente estos pensamientos que llegan de forma infusa están en un gran contexto que somos nosotros mismos, difícilmente nos llegarán ideas o reflexiones de cosas ajenas a nosotros, por lo que si la filosofía es nuestra forma de vida a menudo nos sorprenderemos encendiendo la lámpara de la mesilla para apuntar algo antes de que se olvide, o poniendo una nota en el móvil para darle forma y convertirla en un tweet potente.
El descanso y el ocio
Realmente no es que se sepa poco de la inspiración infusa, se ha pasado de creer en las musas a creer en la neurociencia. 1998, el neurólogo Marcus Raichle descubre, y documenta, que las zonas del cerebro que utilizamos para determinadas tareas repetitivas se “encienden” cuando las estimulamos intencionadamente, pero se registra una actividad muchísimo mayor cuando dejamos que el cerebro descanse por completo y sea el mismo el que las “encienda” por costumbre.
Evidentemente estos fogonazos neuronales son aleatorios e incontrolables pero resulta normal en una sociedad en la que la genialidad está poco valorada, ya que en los trabajos actuales renta más la actividad repetitiva que los golpes de genialidad, por eso hoy en día sabemos tan poco de los beneficios del descanso, y por lo tanto queda muy lejos dominar dichos golpes de genialidad.
Desde antes del “¡Eureka!” hasta la modernidad, hay una larga lista de biografías en las que muchos genios de diversos campos relatan la forma en la que pasan del punto muerto a la genialidad, “como si alguien les hubiera puesto ahí esas ideas intencionadamente”, afirma el inventor Nikola Tesla subestimando los beneficios del descanso.
Igualmente para todas otras formas de filosofar es importante contar con una mente descansada, como con tiempo para el ocio, tiempo para ir al café filosófico, tiempo para leer un libro sin prisa, tiempo para mirar la pared, tiempo para poder cortar la siesta y anotar un sueño, tiempo para mirarnos al espejo sin más.
Y es que aunque parezca absurdo, se puede afirmar que sin tiempo, sin quietud, algo que cada vez escasea más y choca con el término de moda “productividad” , no hay espacio para la filosofía, y es algo que estoy dispuesto a debatir con cualquiera, eso sí, después de la siesta y con calma.
Muy interesante tu reflexión acerca de las dificultades de practicar la filosofía en nuestros días.
Mientras la leía ha venido a mi memoria ese pasaje de Aristóteles en el que el filósofo griego se pregunta por el comienzo del filosofar: el de Estagira propone una respuesta en parte psicológica, hablándonos de la tendencia humana a detenerse asombrados ante un espectáculo desconcertante, y en parte sociológica, fundada en la “plusvalía” que es propia de una sociedad en la que un grupo de personas pueden dedicarse a la especulación más allá de la mera necesidad.
Es curioso porque, ¿qué queda de todo ello en nuestros días? Hemos perdido, no ya la capacidad de asombrarnos, sino la de siquiera saber mirar atentamente a lo que nos rodea. Por otro lado las falsas necesidades se multiplican para nosotros, unas necesidades que no son tales (pero que nosotros concebimos así) y que nos alejan de lo verdaderamente importante.
Pero bueno, en estas condiciones todo empeño en filosofar tiene el doble de mérito. Un saludo.
“Hemos perdido, no ya la capacidad de asombrarnos, sino la de siquiera saber mirar atentamente a lo que nos rodea. Por otro lado las falsas necesidades se multiplican para nosotros, unas necesidades que no son tales (pero que nosotros concebimos así) y que nos alejan de lo verdaderamente importante”. coincido con tu comentario, lo comparto. gracias.
me parecen interesantes las formas de abordar la acción filosófica pido ubicar tu blog en la página del observatorio filosófico virtual. 🙂
Gracias! Cuál es la dirección?
Me gustó la frase que utilizas “Lo que nos inspira es lo que conecta con nosotros”
Gracias! La verdad, así lo creo! Saludos.
Yo soy un don nadie para filosofar, pero me queda claro que hay veces que mi mente reflexiona sobre cualquier cosa que se me ocurre y me siento a gusto dejando fluir las palabras en mi mente, me gustaria empezar a escribirlas pero a la hora de plasmarlas en papel las palabras vuelan y se distorciona mi idea general, asi que nunca quedo conforme, tienes algun consejo para un principiante…
Muy interesante el post. A propósito quería dejaros información sobre una conferencia que tendrá lugar en Madrid y puede que os interese a alguno. Se llama “La vulnerabilidad
como apertura y vida de la razón” se hará en las instalaciones del Instituto de Humanidades
Francesco Petrarca el día 22 de Enero a las 20:00h. La ponencia correrá a
cargo de Ignacio Verdú, profesor doctorado en Filosofía. La asistencia es
gratuita, sólo se requiere confirmar la asistencia llamando al teléfono 91 445
44 43.
Un saludo y enhorabuena por el excelente blog!
necesito ayuda con filosofia dairaroxana4@gmail.com si m puede ayudar
Yo creo que filosofar no es para cualquiera, ya que no a todos le gusta o les interesa. Personalmente yo no estudie filosofía pero siempre me interesó y me gustó el pensar y discutir distintas ideas que aparecen en mi mente. Me alegra haber encontrado un espacio como este, ya que como dice en este articulo, soy de los que alguna vez anotaron alguna conclusión o idea en un mensaje de texto jejeje. Saludos!
Es cierto que no se puede dejar de pensar si tenemos un espacio para filosofar, ya que si pienso en vano por largo tiempo, corro el riesgo de no desarrollar mi filosofía personal.
Conclusión: mi felicidad pensante se vería afectada.
Es cierto que no se puede dejar de pensar, si tenemos espacio para filosofar, ya que si pienso en vano por largo tiempo corro el riesgo de no desarrollar mi filosofía personal.
Conclusión : mi felicidad pensante se vería afectado si es en vano.
Puedo sentir que el filosofar es pensar, a partir del asombro, como lo dice el Maestro o más bien tratar de conocerse así mismo como lo dice el otro maestro, o tal vez llegar a las ideas puras en el doble mundo de las ideas y las formas, o de pronto seguir preguntándose por el Ser, y encontrar como respuesta la poesía que enmarca el pensamiento en términos sensibles y se puede acercar a la línea plástica que en su trazo puede construir un mundo, según el cristal y el punto de vista con que se observe y con que se mire, de acuerdo con nuestros pre-juicios